ACADEMIA

Biocongruencia. Instituto de simbología inconsciente.
Biocongruencia. Instituto de simbología inconsciente. Ph. +34 669 06 84 48
Calle San Francisco 2b Alquerías, ES 30579
Biocongruencia. Instituto de simbología inconsciente.

El experimento de Lashley sobre la memoria

La memoria es un fenómeno extraordinariamente complejo que desafía nuestra comprensión de la mente humana. (Karl Lashley)

El experimento que hizo Lashley fue con la intención de demostrar donde se almacenan los recuerdos en el cerebro, y que partes del cerebro están asignadas a la memoria. Lashley comprobó que, fuera cual fuera la parte del cerebro extirpado la memoria de las ratas para la tarea continua intacta. Su capacidad de aprendizaje y retentiva para nuevas tareas quedaba limitada, pero grado de limitación causado dependía de la extensión, y no de la localización del daño.Lo que había hecho Lashley era adiestrar a ratas en varias tareas, como recorrer un laberinto, por ejemplo. Después, les eliminaba quirúrgicamenle varios trozos del cerebro y volvía a someterlas a prueba. Su propósito era extirpar literalmente la zona del cerebro que contenía el recuerdo de la habilidad para recorrer el laberinto. Descubrió sorprendido que no conseguía erradicarlo, extirpase lo que extirpase. A menudo resultaba perjudicada la capacidad motriz de las ratas, que se movían a trompicones por el laberinto, pero sus recuerdos seguían pertinazmente intactos incluso cuando les habían quitado trozos enormes de cerebro.

Para Pribram, aquellos descubrimientos eran increíbles. Si los recuerdos ocupan posiciones específicas en el cerebro del mismo modo que los libros ocupan posiciones específicas en los estantes de una biblioteca, ¿por qué no les afectaban los saqueos quirúrgicos de Lashley? Para Pribram, la única respuesta parecía ser que los recuerdos no estaban ubicados en sitios específicos del cerebro, sino que estaban extendidos o distribuidos de algún modo por todo el cerebro. El problema era que no conocía mecanismo o proceso alguno que pudiera explicar ese estado de cosas. Lashlcy tenía más dudas todavía; poco después escribió: «A veces, cuando repaso los datos sobre la localización de los recuerdos, me parece que la conclusión inevitable es que no es posible aprender en absoluto,

sencillamente. Sin embargo, y a pesar de esos datos en contra, a veces ocurre».1 En 1948 ofrecieron a Pribram un puesto en Yalc, pero antes de marcharse ayudó a Lashley a poner en limpio su investigación monumental de treinta años.

En Yale, Pribram continuó sopesando la idea de que los recuerdos están distribuidos por el cerebro, y cuanto más pensaba en ello, más se convencía. Después de todo, pacientes a quienes habían extirpado parte del cerebro por razones médicas, nunca sufrían una pérdida de recuerdos específicos. La eliminación de una gran parte del cerebro podía hacer que la memoria de un paciente se hiciera imprecisa en general, pero nunca nadie había salido de una operación con una pérdida de memoria selectiva. De manera similar, personas que habían sufrido heridas en la cabeza en colisiones de tráfico y otros accidentes, nunca olvidaban a la mitad de su familia, ni la mitad de una novela que hubieran leído. Ni siquiera la eliminación de una parte del lóbulo temporal (la zona del cerebro que había desempeñado un papel tan importante en la investigación de Penfield) creaba un vacío en los recuerdos de una persona.

Las ideas de Pribram se hicieron más firmes al no conseguir, ni él ni otros, duplicar los hallazgos de Penfield estimulando el cerebro de personas que no fueran epilépticas. Ni siquiera el propio Penfield conseguía repetir sus resultados en pacientes no epilépticos. A pesar de que había cada vez más indicios de que los recuerdos se encontraban distribuidos, Pribram seguía sin saber cómo podría hacer el cerebro semejante proeza, mágica en apariencia. Entonces, a mediados de la década de 1960, leyó un artículo en Scientific American sobre la construcción de un holograma y fue como un rayo para él. El concepto de la holografía no sólo le pareció deslumbrante, sino que además ofrecía la solución al misterio con el que había estado luchando.



La memoria ha sido un enigma que muchos científicos han hecho todo lo posible por resolver. Algunos, como Descartes, simplemente filosofaron con respecto a su esencia, pero la opinión no constituye una investigación confiable. En el siglo XX, un investigador llamado Richard Semon postuló que la memoria se almacenaba en condensadores físicos llamados engramas . Semon creía que estos tanques de almacenamiento eran depósitos en los que se dejaban caer los recuerdos hasta que se necesitaban. Sin embargo, el problema con la teoría de Semon era que nadie había localizado nunca un engrama en el cerebro. Karl Lashley buscó diligentemente durante sus experimentos con ratones y eso lo llevó a un descubrimiento que cambió la forma en que las personas entendían la memoria.

© Biocongruencia. Instituto de simbología inconsciente..
?

¿Necesitas ayuda?

+34 669 06 84 48

Déjanos un mensaje