¿Por qué nos cuesta tomar decisiones?
El mayor peligro en momentos de indecisión es que prefiramos renunciar a la posibilidad de tomar decisiones valientes. (Friedrich Nietzsche)
La toma de decisiones puede ser todo un reto para muchas personas. Algunas variables relacionadas con la inseguridad, el perfeccionismo o el miedo al fracaso pueden bloquearnos a la hora de decidir.
La vida nos obliga a tomar decisiones de forma constante. Algunas son poco trascendentes, pero otras pueden tener una gran repercusión sobre nosotros mismos y los demás. Aunque hay quienes se desenvuelven bien en esta tesitura, son muchos los que encuentran enorme dificultad para lidiar con el proceso de toma de decisiones.
Esto hace que se sientan incapaces de decantarse por una u otra opción, dudan de su criterio, temen equivocarse, etc. No lograr decidir puede ser un auténtico problema que nos impide avanzar, aprovechar oportunidades y crecer como personas. Por ello, dominar este aspecto es una cuestión esencial.
La mayoría de las veces no existe una decisión universalmente correcta. La idoneidad de cada alternativa depende de la situación en cuestión, la persona y sus circunstancias. Por ello, saber tomar decisiones no tiene que ver con hacer lo que supuestamente se considera correcto, sino con aprender a sopesar las opciones disponibles confiando en el propio criterio, sin caer en bloqueos o en el error de depositar en otras personas el peso de esa decisión.
Las personas que son capaces de tomar decisiones de forma eficiente lidian mejor con la adversidad, ya que no experimentan angustia cada vez que la vida les obliga a elegir. Aprender a tomar decisiones puede ser una forma de sentirse mejor emocionalmente, reducir el desgaste cognitivo y ser más práctico en la vida cotidiana.
¿Por qué es importante saber tomar decisiones?
Como venimos comentando, a lo largo de la vida debemos tomar infinidad de decisiones. Aunque hay elecciones cotidianas y fáciles de asumir, en ocasiones decantarnos por una u otra alternativa puede suponer un reto. Así, saber tomar decisiones es importante por diferentes motivos. En primer lugar, ser capaces de decantarse por una opción de manera autónoma impedirá que caigamos en el error de utilizar el criterio de otras personas para tomar nuestras decisiones.
Cuando ignoramos nuestra intuición dejamos de hacer aquello que nos hace sentir bien. Dado que hay decisiones muy importantes, depositar en terceros el peso de elegir puede traer como consecuencia que vivamos una vida con la que no nos sentimos satisfechos. Con el tiempo, esto puede generar la sensación de que no se ha seguido el mejor camino para uno mismo, mermando la autoestima y el sentimiento de competencia.
En segundo lugar, saber llevar un proceso de toma de decisiones adecuado reducirá el riesgo de fracaso. Aunque no debes temer al error, es evidente que lo preferible es aumentar al máximo las probabilidades de éxito. Cuando decidimos guiados por impulsos pasajeros, lo esperable es que la decisión tomada no sea la más acertada, pues no hemos dedicado suficiente tiempo a valorar las ventajas e inconvenientes de cada opción.
En tercer lugar, adoptar una postura pasiva cuando llega el momento de tomar decisiones puede impedirnos afrontar con madurez los reveses de la vida y asumir de manera responsable las consecuencias de nuestros actos. Cuando elegir se nos queda grande, es fácil que aparezcan problemas de ansiedad, pues perdemos el sentido de control y depositamos el locus de control de los acontecimientos fuera de nosotros. Simplemente, nos dejamos llevar por la corriente, lo que puede tener unos resultados negativos.
En definitiva, tomar decisiones implica aprender a tener un pensamiento crítico y analítico, de manera que podamos elegir desde una postura consciente y responsable con las consecuencias. No todo el mundo parte de una misma facilidad para afrontar las decisiones de la vida, pues esta habilidad depende de múltiples variables.
Las 6 razones por las que nos cuesta tomar decisiones
A continuación, vamos a comentar algunas de las razones más comunes que se esconden detrás de la dificultad para tomar decisiones. Dependiendo de la persona, es posible que exista sólo una o que, por el contrario, confluyan varias a la vez.
1. Perfeccionismo
Las personas marcadamente perfeccionistas pueden encontrar mucha dificultad a la hora de tomar decisiones. Esto se debe a que no toleran la posibilidad de equivocarse y exponerse al fracaso. De esta manera, nunca llegan a sentirse lo suficientemente seguros como para decantarse por una u otra alternativa. Así, el deseo de hacerlo todo bien puede jugar en contra y ocasionar bloqueo y malestar.
2. Déficit en asertividad
La asertividad es una habilidad esencial en las relaciones interpersonales. Esta nos permite transmitir aquello que sentimos o necesitamos a los demás de forma clara y respetuosa. En otras palabras, nos ayuda a defender nuestros derechos sin por ello pisar los de los demás.
Sin embargo, la dificultad a la hora de ser asertivo suele encontrarse muy extendida, por no hablar de que puede perjudicar nuestra toma de decisiones. A veces, decidir implica tener conversaciones incómodas, como por ejemplo dejar un trabajo o terminar una relación de pareja. Por ello, las personas poco asertivas suelen sufrir enormemente cuando es hora de tomar alguna decisión.
3. Dependencia de los demás
Como ya adelantamos al principio, es un error tratar de depositar en los demás la responsabilidad de nuestras decisiones. Muchas veces, quienes se ven incapaces de elegir siguiendo sólo su criterio experimentan gran dependencia de otras personas, como los padres o la pareja. Aunque a veces contar con otros puntos de vista nos puede enriquecer, la realidad es que la última palabra debe ser nuestra.
Cuando nos habituamos a elegir acorde a lo que los demás harían, perdemos seguridad en nosotros mismos y nos vemos incapaces de desenvolvernos en este aspecto con naturalidad. Añadido a esto, decidir siguiendo la opinión de terceros merma nuestra libertad y nos desconecta de aquello que nosotros queremos para nuestra vida.
4. Ansiedad
Por supuesto, la ansiedad es otro de los grandes enemigos cuando se trata de tomar decisiones. Las personas que la sufren suelen experimentar, entre otras cosas, pensamientos intrusivos y rumiativos sobre aquello sobre lo que tienen que decidir.
Tienden a anticiparse a las consecuencias, dando mayor peso a aquellas de tipo negativo. La mente va a toda velocidad, valora infinidad de escenarios hipotéticos que pueden ocurrir y esto dificulta enormemente la toma de decisiones. En cierta forma, es como si la persona se sintiera atrapada en una encrucijada sin ninguna salida satisfactoria.
5. Temor a perder el control de la situación
La dificultad en la toma de decisiones también puede estar vinculada al miedo que muchas personas sienten a poder perder el control de la situación. Cuando nos decantamos por un camino de todos los posibles, esto implica fluir y esperar un resultado.
Sin embargo, el hecho de elegir implica exponerse a un riesgo más o menos grande que puede vivirse con mucha ansiedad e inseguridad. Este temor a soltar y dejar de controlarlo todo puede, paradójicamente, perjudicar más aún a la persona, que se siente bloqueada e incapaz de decidir.
6. Miedo al juicio de los demás
A veces, los problemas para decidir se relacionan con el miedo a la opinión y juicio ajeno. La persona puede temer que los demás critiquen la decisión que ha tomado y que esto genere el rechazo social. Las personas que sufren este problema suelen ser muy inseguras y tienen una autoestima pobre demasiado dependiente de los refuerzos externos.
Conclusiones
En este artículo hemos hablado acerca de algunas causas que pueden dificultar la toma de decisiones. Muchas personas tienen problemas a la hora de decidir en asuntos más o menos importantes de su vida, lo que produce mucho sufrimiento y malestar.
Es común que los problemas en este sentido se relacionen con el miedo al juicio de los demás, el temor a perder el control de la situación, la ansiedad, la dependencia de los demás, el déficit en asertividad y el perfeccionismo. No saber tomar decisiones puede provocar problemas importantes, pues la vida está repleta de decisiones por tomar.
Aprender a tomar las decisiones de forma correcta nos ayudará a ser más independientes y dejar de depender del criterio de los demás, lo que puede hacer que no tomemos la mejor decisión para nosotros. Además, saber sopesar nuestras opciones también permite reducir la probabilidad de fracaso, ya que estamos valorando los pros y contras de las distintas alternativas. Es esencial tener presente que nunca existen decisiones universalmente correctas, ya que estas dependen de cada persona y sus circunstancias.
Lo que hace que una alternativa sea mejor depende del criterio individual de cada uno en un momento concreto, por lo que siempre debemos escuchar nuestra intención y valores más que las convenciones sociales u opiniones ajenas. En los casos donde la dificultad para decidir sea especialmente problemática, puede ser de gran ayuda acudir a un psicólogo.